viernes, 21 de junio de 2019

¿Desmesura con Juan Carlos Aragón? (He vivido carnavales como para escribir estas cosas - II)

La envidia es una enfermedad que nace del corazón, ataca directamente a la mente y baja por el esófago quemando y provocando ardores -ardentías que decimos por aquí- que nos llevan a acabar con las existencias de Pantoprazol y Almax de cualquier farmacia. En Cádiz, la envidia corroe como la humedad del mar hecha salitre. Y que me digan a mí cómo corroe el salitre que me ha dejado la bicicleta en la UCI y al borde del punto limpio. Conclusión: la envidia es muy mala.

Sirvan estas palabras previas de introducción del cuerpo del artículo y pasemos al desarrollo del título, que es lo que nos trae a sentarnos a escribir estas palabras. Juan Carlos Aragón fue genio y figura en vida, y ahora, un mes y unos días después de su fallecimiento, la dimensión de su figura genial sigue en proceso de expansión. En vida, se tiraba un pedo en la playa y era comidilla a las pocas horas desde Cortadura hasta La Caleta. Hiciera lo que hiciera, sacara lo que sacara en el concurso del Falla, por una razón u otra era el tema de conversación al día siguiente en las barras de los bares, entre los estudiantes de los institutos, en las paradas de los taxis, en las salas de espera de los centros de salud, en los pasillos del hospital y en los medios de comunicación. Por supuesto, las redes sociales echaban humo. 

Cierto es que esto no era exclusivo en Juan Carlos. No hay que hacer alarde de mucha memoria para saber recordar que el gran precursor de este tipo de situaciones fue Antonio Martínez Ares, el verdadero revolucionario del mundo de la comparsa, el gran genio (para mí) de nuestros Carnavales, el que en veinte años lo cambió todo empezando prácticamente de niño. Siempre he defendido un ranking, muy personal, en el mundo de la comparsa: primero está el dios Paco Alba, por cuya culpa culpita nació la modalidad de las pasiones; a su derecha sentado está Antonio Martín, su primer discípulo y el que sentó las bases de la comparsa más gaditana; y a la izquierda de Paco se sienta Martínez Ares, como he dicho, el gran revolucionario de la modalidad. Todo ello sin olvidar, por supuesto, todo un elenco de querubes que han hecho de la comparsa lo que es, y aquí están mi querido, admirado y siempre recordado Enrique Villegas, su hijo Paco, Bustelo, Bustos, el poeta de Santa María Pedro Romero, Ripoll, y todo un elenco de actores, autores y grupos, que han hecho y que en la actualidad hacen que la comparsa respire con vida a pesar de los pesares, de los duelos funestos y de los descansos que algunos con todo derecho se permiten. Pero si algo tiene la memoria es que cuando quiere olvidar, olvida aunque se acuerde de todo. Así de malvada es la memoria muchas veces, sí.

Pero ahora hablaba concretamente de Antonio Martínez Ares. Y estoy seguro de que si la desgracia de lo inexorable se hubiera afincado en el cuerpo y alma de mi amigo y hermano, lo que ha ocurrido y está ocurriendo con Juan Carlos Aragón se habría multiplicado por dos. O por tres, no sé. La talla de Juan Carlos es, y hablo en presente, inconmensurable. Pero la de El Niño, la de El Loco... Juan Carlos se ha convertido en mito, en leyenda, habiéndonos dejado tan joven, en la flor de su creatividad. Antonio lo hizo en vida y con veinte años menos. Afortunadamente, Martínez Ares sigue entre nosotros, y que así sea por muchas décadas, y aunque ha recibido ya honores y reconocimiento de toda clase, por lo visto no le toca recibir los parabienes que está recibiendo Juan Carlos, que, por otro lado, ha tenido que morirse para que se le reconociera su forma de hacer Carnaval, su forma de escribir, dos peldaños por encima del resto, con toda loa y consideración. Más que merecida. Pero la envidia en muy mala, y en Cádiz corroe, por eso a Antonio no le toca todavía. 

En virtud del título del artículo, quiero defender mi cometido y asegurar que no estoy yéndome por las ramas. Estoy, digamos que, cuadriculando el contenido del texto. Y creo que ya es el momento de efectivamente profundizar en el asunto. Un mes y días después de fallecido, Juan Carlos continúa recibiendo todo tipo de homenajes de facto y de propósito. Como debe ser. Lo lastimoso tal vez sea que, por ejemplo, Pedro Romero al írsenos no tuviera la oportunidad siquiera -porque al parecer por cuestiones funerarias así se le negó- la posibilidad de pasear, en cuerpo presente y en su féretro, por Santa María para despedirse de su Nazareno con el que tanto reñía. Igual fue culpa del pueblo, que no supo levantarse en armas, si hubiera sido preciso, para que su poeta tuviera el funeral que mereció. Pero el pasado es pasado y toca hablar de futuro. Y con la muerte de Juan Carlos si hay algo es futuro por delante: así de grande fue y es este hombre. Porque, después de lo ocurrido con él, ¿a quién se le va a negar ahora la capilla ardiente en el Gran Teatro Falla cuando le llegue el momento si se trata de uno de los grandes? Aquí también ha sentado cátedra Juan Carlos. 

Está claro que la figura de Juan Carlos es una y las de la inmensa mayoría de los carnavaleros es otra. Pero también ya quisiera el 99 por ciento del panorama musical español o mundial tener un homenaje como el que ha tenido Juan Carlos tras su muerte, con seguidores reuniéndose en las plazas de su país cantando a coro sus coplas. Eso queda reservado para los más grandes. Y ni siquiera alguno de los más grandes han logrado un homenaje de este calibre. Pues con el mundo del Carnaval pasa un tanto de lo mismo. El Falla no va a abrir sus puertas para despedir a todos los autores o a todos los copleros en general que han dado gloria a Cádiz y a su fiesta. Imagino que eso quedará reservado para unos. Yo, por ejemplo, que me tiro un pedo y no lo huele ni el viento, no pienso en contar con tales honores (¡yo!, jajaja…, que tengo ideas de sobra para hacer comparsa para el 2020 y a estas alturas no tengo ni grupo ni visos de tenerlo). Bastante tengo ya con haber nacido al lado del Falla, justo frente por frente de la puerta lateral por donde entran las agrupaciones para actuar –eso no pueden decirlo muchos-. Hay escalafones y divisiones y yo sigo luchando por pasar a Regional Preferente. ¿Pero quién va a negar que se abra el Falla para la capilla ardiente de tantos buenos copleros que juegan en primera división y tienen varias champions leagues y botas de oro en su haber?

El fervor popular y la admiración colectiva del mundo del Carnaval reclaman para Juan Carlos Aragón el Antifaz de Oro, la máxima distinción que recibe un coplero. Creo que está más que merecida. Aunque sea a título póstumo. No obstante, pienso que a él tampoco le hacía mucha gracia eso. También se solicita para gloria de su nombre una calle, estrella en los aledaños del Falla y el título de hijo predilecto de la ciudad. Pues sí, por qué no. Ya va siendo hora de que a nuestra gente se la reconozca como se merece. Y, qué duda cabe, Juan Carlos lo merece (dudar, dudarán los enfermos envidiosos, como siempre; pero estos dudan casi de todo; incluso de ellos mismos). Y la medalla de oro de Andalucía; y la de las Bellas Artes. Y yo también apoyo estas últimas distinciones. Porque elevar a los más altos niveles de la consideración artística la creatividad en esta fiesta es algo que va con mucho retraso y en este sentido queda mucho por hacer. Y porque así atacamos al cáncer de la envidia en toda su extensión, porque si Cádiz es una ciudad de envidiosos corrosivos como el salitre es por culpita de estar situada en España, el país de la envidia por excelencia. Y repito, que esto no quede en algo exclusivo a la figura de Juan Carlos: a ver si los gaditanos espabilamos y nos movemos y respaldamos reconocimientos similares para otras figuras de nuestra fiesta, de nuestra cultura y de nuestra sociedad, que son muchos los que lo merecen y nadie se acuerda de ellos; aunque bueno, ya morirán algún día y recibirán todas las coronas y alabanzas habidas y por haber. Ah, y lo del Caminito del Falla me parece el mejor de los homenajes que se le puede hacer.

La última reivindicación que se hace para gloria de Juan Carlos Aragón es poner su nombre a un colegio. En concreto al colegio Andalucía. Pero aquí sí que tengo mis discrepancias.

La primera, Andalucía es un nombre insustituible en un colegio (creo que al propio Juan Carlos se le caería la cara de vergüenza). No quiero ser patriotero barato pero sí un defensor de mis cosas, y Andalucía es cosa mía como andaluz que soy y pienso que en todas las ciudades del mundo tenía que existir un colegio con el nombre de Andalucía.

La segunda, destacar la figura de Juan Carlos como profesor sería tan impropio como destacar la figura de cualquier maestro de escuela por hacer una chirigota en su colegio concediéndole el Antifaz de Oro o proclamándolo Dios Momo. Juan Carlos no era relevante como profesor de escuela sino como autor de Carnaval. ¿Habrá profesores que por su trayectoria docente merezcan que su nombre se eleve a la gloria de nombre de un colegio? Imagino que muchos. A puñados. Y Juan Carlos, por no tener, no tenía ni plaza fija, que todo hay que decirlo. La idea de que un colegio lleve el nombre de Juan Carlos Aragón me parece una idea que cuenta con todo mi apoyo. Que lleve el nombre de Profesor Juan Carlos Aragón, no; me parece una catetada y una falta de respeto al mundo de la docencia. Y, ya de paso y para que quede bien clarito, reitero: sustituir el nombre de Andalucía por el de Juan Carlos Aragón en un colegio de Cádiz, me parece una cateta, una falta de respeto a mi tierra, un improperio y un alarde de ignorancia supina que pone de manifiesto que, lo mismo que hay profesores que merecen que sus nombres se conviertan en nombres de colegios, hay profesores que no merecen estar ni de profesores en colegio alguno si hacen propuestas como estas.

Por lo demás, ya digo, me encanta que los colegios de Cádiz puedan llevar nombres (o sobrenombres, por qué no) de nuestros copleros. No me parecería mal, por ejemplo, el nombre de Andalucía-Juan Carlos Aragón. Y así con todos los grandes protagonistas de nuestra fiesta. Y eso sí que sería un homenaje a nuestros copleros y a nuestro Carnaval.

Creo que me he despachado bien en este artículo pero, al igual que hice una introducción, me gustaría seguir despachándome un poco más a modo de epílogo. Y quiero que mis últimas frases vayan dedicadas a la gente valiente, como por ejemplo, a los que con un falso nombre se han registrado para hacer comentarios de la noticia publicada por el Diario de Cádiz sobre este asunto del nombre del colegio.

Empiezo: al tal Eldo, le digo que para referirse como “mamarracho” a cualquier persona hay que tener la valentía de firmar con nombre y apellidos, porque de lo contrario el único mamarracho que queda en evidencia es él.

Al tal Cobra, que también opina con desprecio de Juan Carlos Aragón como profesor, le digo lo mismo; hay que ser valiente y firmar, de lo contrario se cae en la hijoputez anónima de la él que hace gala.

Al Kadiz79, le pregunto si escucha algún tipo de música y si ignora que la droga y el sexo no son dos circunstancias del rock y del Carnaval con exclusividad, sino también de toda la música (incluida la más culta y clásica), del arte en general y de la vida misma; si se quiere ser ignorante, séase ignorante; si se quiere ser hipócrita, séase hipócrita; pero séase lo que se sea, que se sea con dignidad. Además le añado que el Carnaval no es la octava maravilla; aquí en Cádiz es la segunda después de Cádiz mismo. Y por último, le digo que, como no insulta, no tiene necesidad de firmar para expresar su opinión libremente.

Al Andaluz33, le digo que estoy con él.

Al Mariobross, le digo que es tonto del culo y yo a los tontos del culo ni les respondo. Que ni les hago caso, vamos.  

Al Tomhas, le digo que expresa su opinión libremente y que lo respeto.

Al elmismo, le invito a que escriba una callera y no pierda tiempo en foros. Aunque, eso sí, que haga lo que quiera.

Al Sevilla90, le digo que no sea tan tremendista, que si es de Sevilla con él no va la cosa siendo una propuesta para un colegio de Cádiz. Eso sí, no me importa en absoluto que exprese su opinión y menos aún si le interesan más las cosas de mi Cádiz que de su ciudad. Y a saber en manos de quién están sus hijos. Si los tiene.

A la lara, sacando la fiesta del Kichi a la luz en este tema, le pregunto de qué partido es, del PP, de Ciudadanos o de Vox.

Al francesc solo puedo pedirle que lea más y que estudie, que es muy bueno para la salud mental y contra la terrible enfermedad de la ignorancia. (Aplaudo las respuestas de Andaluz33, Pepeelgordo y Blas-Infante).

Al betis0007, le digo que si tiene problemas de diarrea y le da la risa floja, que tome Imodium y, sobre todo, que no beba más agua de Bajo de Guía.

Al betis0007, le digo que si tiene problemas de diarrea y le da la risa floja, que tome Imodium y, sobre todo, que no beba más agua de Bajo de Guía. (Soy consciente de que este último párrafo está repetido, pero es que el mensaje de betis0007 en el foro del diario también lo está).

Al Pick25, le digo que en parte, solo en parte, estoy con él. Pero si encima dejamos que en Cádiz las cosas dejen de girar en torno al Carnaval, la Semana Santa, el fútbol y todo el fiesteo, no sé qué vamos a hacer. Más valdría entonces apagar la luz, echar el cierro en las Puertas de Tierra e irnos.

Al Morao, le digo que antes de hablar se quite el morazo. Que destacar a una figura del arte no significa menospreciar a nadie del mundo de la ciencia. A cada uno lo suyo.

Al Asterion, decirle que es un claro ejemplo de afectado por el triste y terrible síntoma de mentalidad antigaditana. Y ya está.  Para qué añadir más.

Al Anguel, le doy gracias por hablar en plural e incluirse. Y a Pick25 también.

Al Pepeelgordo, le digo que, es su opinión, tan respetable como la mía y la de cualquiera.

Al Aeropuerto74, le proponga que coja un vuelo cuanto antes a cualquier sitio y que desfogue.

Al Beduino, le pregunto que si la culpa de que Cádiz vaya así es por tratar de reconocer a uno de nuestros mejores copleros.

Al breezy, le digo que estoy de acuerdo a medias con lo que dice. Y si es cierto que las aulas de educación especial en el colegio Andalucía han desaparecido por culpa del director, ese director sobra. Pero ya. Eso sí, que firme la opinión, que acusar desde el anonimato no es muy convincente. En cuanto a esto que dice y transcribo: “Además no creo que haya que mezclar churras con merinas cuando defiende que el cambio de nombre facilitará, fuera de Cádiz, la identificación del Centro con su entorno. De verdad esto se sostiene? O es que el Centro no tiene una dirección, un código postal, una codificación en Séneca distinta a los demás? Que le quiere dar otra identidad al colegio. Y si no hubiese fallecido entonces, de dónde se sacaba la nueva identidad?”, solo puedo decir que es lo más coherente que he leído sobre este asunto.

Y, para finalizar, al Diario de Cádiz le pido una comisión por las visitas que va a tener la noticia por parte de la gente que quiera revisar los comentarios y cotejarlos con los míos.

PD.: Así era y es Juan Carlos Aragón: genio y figura antes y después de su sepultura. Gloria para su nombre y para su obra. Y como sé que este artículo va a leerlo mucha gente, aprovecho para hacer una pregunta: ¿Hay algún director de comparsa dispuesto a echarse al hombro mi comparsa para 2020 y que, si no lo cambio, pretende llamarse ‘El dragón del mar’? Gracias por la atención. Buenos días.

2 comentarios:

  1. Poeta Juanma Romero Bey tampoco suena mal, aunque este artículo lo encuentro un poco denso Imagino que todavía nos falta a todos terminar de aceptar su partida, en especial a vosotros los compañeros que sí le conocíais de cerca.

    ResponderEliminar
  2. Estoy de acuerdo contigo en qeu su faceta de profesor no fue la grandiosa, y si lo fue, no se ha conocido como tal.

    ResponderEliminar