arenizaje
abrí
los ojos…
creí
dar crédito
a la vi-
da… y
venci-
do volví
a cerrarlos…
sobre mi
nuca y
sobre mi
cuello caí-
a el peso
esférico del sol del dí-
a al orto… y
sobre mis
espaldas
todo un universo de existencia unánime parecí-
a querer
aplastar con su presión todo mi
leve ánimo y
mi
voluntad de
supervivencia y
a duras
penas me dejaba respirar con la hondura que preci-
sa un
náufrago recién arenizado en la ori-
lla del fir-
me li-
toral…
abrí
los ojos… vi
la mano de
mi
brazo
izquierdo… y
venci-
do volví
a cerrarlos…
sentí
mis
brazos
atados a la arena con maromas de agotamiento… mis
extremidades
nada nadaban… temí
por mis
brazos
abrazados al aparente abandono… al olvi-
do… al
princi-
pio de un
posi-
ble fin…
nunca en
ninguna otra ocasión antes mis
remos tan
en-
callados
silenciaron tan-
tas ganas de
vivir…
abrí
los ojos…
moví
los dedos de
mi
mano
izquierda… y
creí
creer…
venci-
do volví
a cerrarlos…
observar
hundi-
dos los
dedos en la arena tiene un punto mís-
tico que te
conecta con el hi-
pocentro del
lati-
do del
corazón terrestre… ahí
se les da
carga de energí-
a a las pi-
las de las
de las
tomas de
tierra inclui-
das…
moví
los dedos
hundi-
dos en la
arena de confusa maña… torpe pianis-
ta tocando
en la infini-
ta escala de
las granuladas teclas…
abrí
los ojos… y
vencí
al peso del
agotamiento…
al peso de
la casi no existencia…
al peso
universal
con todas
sus pupilas estelares atenuadas por el azul pisándome…
al
contrapeso de la arena…
a la
pesadumbre del naufragio voluntario…
o tal vez no
tan voluntario…
en la
solidaridad de esta solitaria isla…
la playa no
me echó una mano… hizo más…
descorrió
sus salivosas sábanas sobre mi cuerpo
y vistió mi
desmayo con el dulce escalofrío del aliento vital
calándome
hasta el tuétano de mis morenos huesos…
mis
temblores y la bajamar en ciernes se encargaron del resto
y el sol en
su elevación también acusándome
de no muerto
con sus indicativos rayos incisivos…
desde
entonces camino de cabotaje
por este
litoral
y las
huellas de mis pasos por los arenosos días
son visuales
ecos de mi errancia
por la playa
encontrada en la isla perdida…
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