Treinta años de mis cinco poemas
Espero poder contar por aquí más pronto que tarde los
recuerdos que tengo sobre mis primeros pasos como hacedor de versos. Pero hoy
me toca remontarme hasta muchos años después de eso, porque tengo motivos para
ello. Hace unos días, dedicaba unas líneas en este mismo blog al cincuenta
aniversario del ‘Tuto’, el ‘Poeta García Gutiérrez’ de Chiclana, donde cursé
bachillerato. Además, acompañaba el escrito con una imagen de la portada de la
revista que se ha editado para la ocasión y donde, dije, queda recogido un
artículo de mi factura basado en un puñado de recuerdos de mis años allí.
Pues bien, en esta ocasión me centraré en uno solo de esos
recuerdos y reproduzco a continuación lo que escribí al respecto en el
mencionado reciente artículo:
"José Antonio Aguilar
me llamó a su despacho. Solo entrar, con unos folios en la mano me preguntó con
manifiesto ánimo de querer tener claras ciertas cosas: “¿Tú has escrito esto?”.
Eran varios poemas míos. Muy contrariado y temiendo lo peor de no sabía muy
bien qué y por qué, dije que sí. José Antonio Aguilar elevó el tono del
registro con su mirada y con su pregunta aún más incisiva insistió: “¿Tú estás
asegurándome que has escrito esto y que no lo has copiado de ningún lado?”.
Miré a Paco Vera, que también estaba presente, y me reafirmé en lo dicho. Paco
salió al quite con una sonrisa mediadora y poniendo algo de calma en este
encuentro que llevó mi corazón a mil por la tensión de un momento que ni me
esperaba ni podía imaginarme: “Copiarlos no los ha copiado; yo he visto la
evolución de estos poemas y de la poesía de Juanma en estos años. Ya te lo he
comentado antes”. “Pues entonces habrá que hacer algo, porque encontrar cosas
así no es muy frecuente. No vaya a ser que termines siendo alguien en la poesía
y luego digan que aquí en el Instituto no te echamos ni cuenta”, sentenció José
Antonio con la mirada más amigable y entusiasta de cuantas me echó en mis años
allí. En la cena de COU, el día cuarto antes de los Idus de Junio de 1988, todos
mis compañeros de promoción, además de la orla, recibieron un ejemplar de un
cuadernillo con cinco poemas míos y dibujos de José Luis Díaz de la Torre que
el Tuto editó para despedirse de mí.".
De este recuerdo concreto, muy exacto en su descripción pues
sigue intacto en mi memoria, quería hablaros, pues el pasado viernes, el mismo
día que tenía lugar la fiesta de celebración del cincuenta aniversario del
‘Tuto’, se cumplían treinta años de la edición del cuadernillo ‘5 Poemas’,
donde quedaba recogida una selección de mis poemas juveniles escritos en mis
años de estudiante de bachillerato. La selección la llevó a cabo Paco Vera, mi
profesor de latín en segundo de BUP y la persona que dedicó horas y horas a mis
pesados y continuos requerimientos con poemas en la mano para que me los
revisase.
Hoy, como entonces, creo que aquella publicación por
iniciativa del propio instituto supuso mucho más de los sueños de un estudiante
que escribía poemas. Salir de tu instituto con el espaldarazo de tus profesores
a tus versos es una emoción que se saborea tan poco a poco que solo al cabo de
los años se puede calibrar lo que finalmente supone.
Qué duda cabe que supuso el empujón definitivo y, a la vez,
una recompensa del destino a la ingente cantidad de horas de juventud dedicadas
a los versos; porque yo escribía y quería seguir escribiendo. Y en esas
empresas andábamos entonces, Francisco
Guerrero Bey, Miguel Ángel García Argüez y yo, que hacíamos de la poesía un modus operandi en el día a día, inmersos
en recitales, cafés, proyectos, cervezas, lecturas, cigarros, revisiones de
poemas y todo aquello que necesitáramos hacer para sentirnos satisfechos con
nuestra forma de actuar y conformes con nosotros mismos. Por aquellos años éramos
‘Poezía Auzentes’. Ellos, y otros poetas que salieron del ‘Tuto’ antes que yo
–y en estos días quiero recordar especialmente a Jesús Romero Aragón, con mi
más sentido y fuerte abrazo de colega y amigo-, también merecieron recibir el
espaldarazo de los profesores con ediciones de sus respectivos poemas. Pero ni
para unos ni para otros, las cosas fluyeron con el golpe de la fortuna que en
esta ocasión a mí sí que me acompañó y no por mayores méritos.
Treinta años después de aquellos años, todos, de un modo u
otro, con más o menos implicación, seguimos en las mismas lides poéticas. Y
treinta años después, quisiera darles las gracias por formar parte de mi vida.
Y demonio de mí, adquiero desde aquí el compromiso firme de seguir hablando de
ellos todo lo profusamente que mis recuerdos me lo permitan.
También asumo el compromiso de ir subiendo imágenes de las
páginas de aquel cuadernillo y de transcribir con más nitidez los poemas. Y
también hablaré de ellos.
Pero, especialmente, treinta años después, quiero dar
nuevamente las gracias más cariñosas al profesorado y al personal del ‘Tuto’
que se implicó de tal manera con mi versos haciendo oficial como institución
educativa que mi primera publicación fuera aquel cuadernillo, un sueño inimaginable
de soñar por incipientes jóvenes poetas.
Cádiz. 14 de junio de 2018
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