viernes, 20 de julio de 2018

Tan diestro lo asió aquel lugareño (Suelta de amarres - XV)


Tan diestro lo asió aquel lugareño…

Tan diestro lo asió aquel lugareño sorteando goterones suicidas rezumados…;
con tal delicadeza y tal prestancia lo condujo en baile breve
suave balanceo hasta llevarlo a colisión contra las cinco
almohadillas dactilares
de sus presurosos
cinco siniestros dedos prestos al juego del cerámico vaivén…,
columpió y retuvo arriba tal que un brindis
ante el celeste imperio estival del vespertino sol…,
y de tal manera jubilaba
su chorro cantarín y su locuaz y refrescante aroma a cantarilla
en salto de un palmo casi o más
cayendo como refrescante música de alegre dádiva lluviosa
en campo de verano seco
sofocante
en dulce
     cilíndrica y elástica cascada cristalina y curva
                 complaciente
desde el pitón
    que es brote
                                                   (menos seno que cipote
    en rigor
                                                   de la carestía de un pezón…),
y en correcto desagüe por la garganta
y sin permitirse salidas de tono ni lujos de derrames
más que los precisos en el quiebro del escampo…;

que un contemplativo visitante espectador de la escena
sintió necesidad de sentir toda la sed del mundo y de beber
de lugareña maña del barro-manantial y
              convencido
hizo alarde
         agarrando el búcaro
           de fuerza
sobrada y sobrado orgullo de urbanita osado
y elevándolo al abismo del éter supra-encefálico.

Por la boca del búcaro volcado,
          del vértigo,
el agua mareada de su vientre
fue empapador e inevitable vómito.

Cádiz, 2010

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