jueves, 30 de mayo de 2019

¡Mar de Cádiz! (Todo el mar - III)


¡Mar de Cádiz!
Tú sabes latín en tres idiomas…



Poemas entre colegas

No viajo todo lo que quisiera pero quejarme sería delito. En casa, tenemos una multicolor puerta de frigorífico repleta de imanes de lugares que hemos visitado en los últimos tiempos. Me temo que en breve tendremos que cambiar de nevera... Y me temo que de horno y de lavavajillas también, cuyas puertas no lucen magnéticos recuerdos pero sí acusan defectos que pueden llevarlos al punto limpio en cualquier momento.

En las últimas fechas, además de buscar imanes de los sitios a los que voy, intento contactar con poetas de los diferentes lugares para mantener encuentros poéticos, cafés literarios o, si se tercia, como ocurrió en Pamplona -inolvidable-, participar en recitales. Es emocionante, qué duda cabe, y merece la pena el intento por muchas razones. Creo que es obvio y no preciso decir razón alguna.

Lo curioso de todo esto es que en la actualidad tengo más relaciones con poetas de fuera de Cádiz que gaditanos. Y no lo veo lógico, sobre todo cuando, poéticamente hablando, Miguel Ángel García Argüez, Francisco Guerrero Bey y yo, por citar un ejemplo, hemos crecido juntos y juntos aprendimos a dejarnos cautivar por la poesía desde muy jóvenes hasta entregarnos plenamente a ella. O señalo el caso también de Alejandro Luque, que anda desde hace muchos años por Sevilla pero que compartimos muchas horas en la redacción de Cádiz Información; solo nos vemos cuando nos cruzamos por la calle y siempre dejamos en el aire ese "a ver si quedamos" tan odioso que nunca termina de hacerse efectivo. O el caso de José Ramón Ripoll, a quien conocí en Madrid y con el que no he logrado sentarme a tomar un café ni en Madrid ni en Cádiz a pesar de que uno y otro, con cierta frecuencia, andamos por allí y por acá.

Hace unos días, en conversación telefónica, García Argüez (Chapa) y yo dimos un golpe sobre la mesa con un "esto no puede seguir así" y quedamos. Pero son tantas las cosas que se nos acumulan en la distancia del tiempo para contarnos que hablamos casi de todo menos de poesía. El rato, eso sí, fue como siempre: fantástico.

Con afán de poner fin a esta sinrazón de nulidad de relaciones poéticas gaditanas, en fechas pasadas me puse en contacto con un colectivo que se denomina Poetas actuales y con el que me he comprometido a encontrarme en las ocasiones que sus integrantes se citen. Y un primer encuentro tuvo lugar en el seno de Piel de atún, unas jornadas que tuvieron lugar en el Castillo de Santa Catalina hace unas semanas, e invitado por ellos participé en un itinerario poético en el que me tocó recitar poemas en La Caleta, justo en el camino que lleva hasta el Castillo de San Sebastián, y bajo el busto de Paco Alba. Yo, con mi libro juanmanual de supervivencia en mano, cumplí con mi cometido y espero seguir manteniendo contacto con ellos, especialmente con Lola Fontecha, poeta jienense, y con Ramón Luque, un poeta isleño al que conocí en los primeros años del nuevo milenio cuando me tocó ejercer de periodista en San Fernando Información -y donde logré intimar poética y amistosamente hablando con Rafael Duarte, Juan Mena, Ricardo Bermejo y el desaparecido Manuel Pérez Casáux, entre otros-.

En Piel de atún también tuve ocasión de ofrecer un recital de poemas para cuatro gatos -que todo hay que decirlo- y en el que me acompañaron como asistentes mi compañera de suspiros, Ana, y mi pequeño pirata de melena rubia, Emir. Resultó anecdótico que, recitando el poema niño pequeño que fui, del ya mencionado libro, mi peque se acercara hasta mi posición de recitante y se convirtiera en protagonista del momento. No estaba preparado, por supuesto. Cosas del directo.

No es que me postule a favor de ningún corporativismo entre poetas, sobre todo teniendo en cuenta que yo soy muy mío y que los poetas, cada cual a su manera, también suelen ser muy suyos. Pero en mi lucha interna de sentimientos también considero propio que entre poetas nos echemos una mano estimulante. No creo que solo me ocurra a mí que, después de participar en un encuentro, me sienta atraído por repetir la experiencia en las mismas o en otras circunstancias sin caer, eso sí, en una rutina que para nada me atrae.

Lo comentaba con Chapa ese último día que compartimos un rato con varias cervezas y tantos asuntos de conversación: "Tú y yo somos los únicos culpables de que no quedemos más veces", le dije y él se mostró completamente de acuerdo conmigo. Dos personas no discuten si una de las dos no quiere. Y lo mismo ocurre con eso de verse y compartir un rato. Yo ando poniendo mi granito de arena en varias direcciones. Y me encantaría poder afirmar algún día que comparto más momentos literarios con poetas de mi entorno que de otros lugares del mundo. Pero me estoy viendo recitando poemas a los cuatro gatos de los bloques del Campo del Sur. Que no me entienden, ya; pero tampoco se marchan dejándome con mis versos en los labios.

Y para que no se diga, desde aquí invito a mis colegas, conocidos o no, a compartir ratos literarios que, estoy seguro, pueden ser tan productivos como el silencio de la soledad creativa que tanto nos atrae y cautiva. Lo dicho: por mi parte que no quede.

Engendrón (Palabroterías - CCLXI)


Engendrón: Vehículo aéreo no tripulado de aspecto feo y deforme.

miércoles, 29 de mayo de 2019

más allá de un café cortado cósmico III (juanmanual de supervivencia - XXI)

más allá de un café cortado cósmico (III)

es imposible comprender a dios
y en cierto modo es algo comprensible…
la suerte es tan igual de resistible
pero tampoco nos comprende a nos…
si buscas un milagro grita sos
con un grito rotundo… claro… audible…
y no esperes que acuda un invisible…
si acaso de visibles uno… o dos…

la suerte está contigo o contra ti…
si va en tu ayuda da gracias al cielo
-no busques de la suerte el lado tosco
que dios haberlo haylo aunque no exista…-…
la suerte y dios se esconden tras un velo
más allá de un café cortado cósmico…




Arde la tarde (Todo el mar - II)


Arde la tarde en cárdenos jirones,
de espectador de fondo el sol.

La triste soledad de los altares,
altares como el del atardecer.

Yo me duermo, ¡qué sueño
navegaré de aquí al amanecer!


Bipedorro (Palabroterías - CCLX)


Bipedorro: Que expele gases intestinales a pares.

lunes, 27 de mayo de 2019

Alicantinero (Palabroterías - CCLIX)


Alicantinero: Propietario de una cantina en la zona del levante español.

Sonata de cadencia lunática - II (Suelta de amarres - XLV)


Sonata de cadencia lunática - II

Esta C que va camino
de cumplir ciclo lunario
canta en el abecedario
de mis versos sin destino.
Vuelvo a ser el peregrino
que ha bajado de la luna.
Solo traje una laguna:
¿dónde estás, tranquilidad?,
¿dónde tú, serenidad?
¿Qué azabache os embetuna?

Sonata de cadencia lunática - I (Suelta de amarres XLIV)

Sonata de cadencia lunática - I

Eufóricamente blanca
de lunática presencia,
toda luz es mi conciencia
y la luna una palanca
que físicamente arranca
cualquier vesánico enredo
de mi mente, cualquier miedo,
levándome a lo más alto
hasta que de salto en salto
por el universo ruedo.

jueves, 23 de mayo de 2019

Cádiz en manos de Kichi (Articulando es gerundio - XII)



Cádiz en manos de Kichi

No eran ni el mejor momento ni el mejor lugar, pero hace unos días Kichi y yo conversamos someramente sobre las municipales del próximo domingo. “Ahora cuando ganes las elecciones te propondré cosas”, le dije. “Necesitamos mayoría absoluta”, fue su contundente respuesta. Está claro que el sueño de todo político no es el de gobernar sino el de hacerlo con absolutos poderes para hacer y deshacer como considere oportuno. Pero el poder absoluto es un cuchillo afilado hasta el mango que puede hacer perder la mano, si no la cabeza, de quien lo tome para usarlo. Imagino que habrá manos adiestradas, a diestra y siniestra quiero decir, para tomarlo y darle un buen uso. Pero también imagino que serán las menos. Escasísimas.

La soberanía no radica en mí; pero una participación, como en la lotería, está conmigo. Digo que Kichi puede contar conmigo y con mi voto, que son dos cosas diferentes; y espero que él haga lo propio, esto es, contar con mi voto y conmigo. Y estoy convencido de que, con sus luces (las navideñas, por supuesto, no), y con sus sombras, Kichi es de las mejores cosas que le ha podido pasar a Cádiz desde el punto de vista de la municipalidad gaditana y de la soberanía popular. Y por eso puede contar con mi voto, reitero, y conmigo. Y decir que puede contar conmigo significa que aquí y ahora, por ejemplo, a cuatro días de los comicios, hago campaña con estas palabras mías para contribuir en la medida de mis mínimas y modestas posibilidades a que obtenga esa mayoría absoluta que no es que anhele sino que necesita.

Esto me supone un mal trago en lo personal. Y me explico: nunca me he posicionado a favor de las mayorías absolutas democráticas. Creo que son el germen de las peores barbaridades de abuso de poder porque no se ejecutan desde la fuerza y, como se las ve venir de frente, puedes enfrentarte (valga la redundancia semántica) a ellas con más o menos éxito; sino que vienen por la espalda, a traición y bajo el estandarte de la mentira y el engaño. Los políticos están obligados a, desde el diálogo, anteponer los intereses de la ciudadanía a sus intereses personales y partidistas. Pero viendo el panorama político actual –y de siempre; a qué dudarlo-, es mucho, excesivo, de muy iluso, pedir esta coherencia a personas que, gobernantes u opositores, acaban tirando para donde conviene a su bolsa.

Kichi lleva cuatro años de alcalde de Cádiz y pide seguir siéndolo cuatro años más. Solo cuatro. Luego quiere volver a las aulas, a su profesión docente. Pero quiere la alcaldía para hacer cosas que, entiende, Cádiz necesita según su posicionamiento político y su sensibilidad social y ciudadana, algo que no ha podido llevar a cabo hasta el momento por no contar con el suficiente respaldo en los plenos municipales y tener a las cotorras peperas dando por culo continuamente en debates que no han llevado a nada más que a obstaculizar políticas en favor de los gaditanos y las gaditanas. Porque no creo que Kichi quiera actuar en contra de los intereses de sus vecinos. Es persona honesta y honrada que se enfrenta a su propio partido y a sus propios ideales incluso. No sé si estos calificativos se pueden aplicar a muchos gobernantes gaditanos ni de cualquier geografía política. Y no es que conozca mucho a Kichi ni desde hace mucho tiempo; la primera vez que hablamos lo hicimos marchando junto a Sánchez Gordillo en su famosa marcha obrera en el 2012. Pero a Kichi se le ve venir de lejos y no es un sinvergüenza ni un delincuente.

Además, creo que merece la oportunidad del respaldo de los gaditanos. Teófila Martínez estuvo cinco mandatos, veinte años, y no recuerdo si tres o cuatro de ellos con mayoría absoluta y, además, en más de una ocasión, con un gobierno central de su partido. Hizo cosas, a qué negarlo; sería de necio y de sumamente desagradecido descalificar su constante e intenso trabajo por llevar adelante lo que se proponía en favor de la ciudad. Pero también es cierto que su sangre de política, sus genes, le hubieran llevado a la presidencia de la Junta o a tomar la cartera de algún ministerio si la ocasión hubiese sido propicia, que nunca lo fue porque los de su propio partido le dieron la espalda en todo momento (si no le hubieran dado la espalda, con su mayoría absoluta en Cádiz y gobernando veinte años podría haber hecho en esta ciudad virguerías, como decimos por aquí; y no las hizo).

Kichi no quiere estar veinte años. Ha estado cuatro y pagando el pato como pipiolo en política y en una alcaldía, con manos y pies casi atados gracias sobre todo al concurso socialista en el acuerdo de investidura y, encima, soportando las sandeces y despropósitos de Romaní y compañía. Ya me encantaría que otro buen amigo como Francisco Javier Ramírez Muñoz, alguien que me merece todo el respeto como persona por honesto y honrado y al que creo capaz de estar a la altura de Kichi y por supuesto por encima de cualquiera de los acompañantes de ambos en las listas, estuviera codo con codo los próximos cuatro años haciendo posible un proyecto de ciudad que no sea precisamente el del PSOE –los socialistas fueron los primeros demócratas en tener su oportunidad en la capital gaditana tras la dictadura; los echó la Teo y ella aprovechó y se quedó media eternidad-.

Kichi no es un déspota ni un ilustrado. Es un gaditano. Y encima carnavalero; ausente, pero carnavalero. Es decir, la sensibilidad por las cosas de su tierra y de su gente le sale por los poros. Por eso puede contar conmigo y con mi voto para gobernar en Cádiz los próximos cuatro años. Y si con este artículo he logrado convencer a alguien para que, además de ganar las elecciones, logre una mayoría holgada para hacer las cosas como él cree que se tienen que hacer, yo me sentiré satisfecho.

Yo solo espero dos cosas a cambio: la primera, que, como gaditano que soy, cuente conmigo (ni le doy pidiendo un puesto de trabajo ni favores personales ni nada que puedan imaginar los imbéciles de turno que no dan para más); y la segunda y más importante, que no abandone el sillón de San Juan de Dios sin salir un año con su comparsa. Porque ver a mi alcalde cantando en las tablas del Falla sería para mí uno de los gestos más hermosos de su mandato para con su ciudad y para con su fiesta. Y que no lo tuviera eso sí que no se lo perdonaría. Y que no me responda que eso es difícil, porque más difícil era echar a Teófila de la alcaldía y la echó. Y más difícil va a ser lograr la mayoría absoluta el próximo domingo y estoy convencido de que va a lograrla. Conmigo, ya digo, cuenta para ello.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Miedusa (Palabroterías - CCLIV)


Miedusa: Celentéreo cuyos tentáculos urticantes causan pavor en las personas.

Cerberza (Palabroterías - CCLIII)


Cerberza: Bebida alcohólica no destilada elaborada a partir del fermento de la col forrajera o berza e ideal para acompañar guisos de este vegetal.

domingo, 19 de mayo de 2019

Tatuángel (Palabroterías - CCLI)


Tatuángel: Querube dibujado a tinta en la piel.

Día I d. J.C. (He vivido carnavales como para contar estas cosas - I)


Día I d. J.C.


La muerte de Paco Alba me pilló muy niño. Con poco más de seis años no seguía yo el Carnaval de motu proprio, pero mi padre sí; y recuerdo cómo él ponía el radiocasete en la ventana de la cocina que daba al patio de la casa de Marín, en la chiclanera calle Arroyuelo, donde yo vivía por entonces, escuchando la cinta de España y olé, por citar alguna de las primeras agrupaciones de mis más antiguos recuerdos comparsiles. También se me viene a la memoria, muy vagamente, lo confieso, a mi padre comentando con mi madre la muerte de Paco Alba. Yo no tenía ni puñetera idea sobre de quién hablaba, pero sí sabía que la muerte era asunto serio y preocupante.

Más recuerdos no tengo de aquel acontecimiento funesto, pero sí se me quedaron en la memoria algunas coplillas dedicadas a Paco Alba de agrupaciones de aquel año y posteriores. La que con mayor nitidez recuerdo es la letra del popurrí de la chirigota Los supermanes, de Chiclana, que obtuvo el primer premio infantil provincial en el concurso del Falla de 1980, y en la que yo pude haber salido de cajilla de no haber sido porque mi padre se negó en rotundo a ello. A mi padre del alma, con todo lo que lo quiero por ser mi padre y mi dios, culpo de y reprocho el haberme dado a probar del veneno del Carnaval tan de niño y el no haberme dejado pasar del sorbo hasta que no pudo sujetar más de las riendas de mi afición ya en mi juventud.

Con el tiempo, supe que la muerte de Paco Alba fue la gran tragedia para el mundo del Carnaval de aquellos tiempos. Y ahora, en estos días, y conociendo la trascendencia de la obra del Brujo, puedo hacerme una idea de lo que supuso su marcha definitiva. Con todo, me atrevo a decir sin cortedad de ningún tipo que desde entonces no había conocido ninguna noticia tan triste para el mundo del Carnaval; una pena tan honda, de tal calibre. Ninguna salvo la marcha de nuestro Juan Carlos; y digo bien, nuestro, porque siendo tan peculiarmente suyo como era, ahora ya es de todos los gaditanos y de todos los aficionados sin paliativos. Sí, creo que desde que se fue Paco Alba, los gaditanos no han saboreado un trago tan amargo.

Hoy domingo, día I d. de J.C., han pasado las horas y yo sigo igual de roto. ¡Joder: pues no que esta noche he soñado con una cabalgata de Carnaval y Juan Carlos cantando desde un balcón en San Juan de Dios, volviendo a la vida y saliendo ileso después de caerse del mismo! (Y eso que ahora no tengo camello). Pero no solo yo estoy roto, así que, aunque lo merezca, no preciso del pésame de nadie y sí necesito del abrazo de todos, como los abrazos que me di la noche del viernes en el tanatorio con mi querido Joaqui Revuelta y los suyos, con Javi Bohórquez y su gente, con Tino, con Kichy, con Manolo Perales … Porque todos estábamos rotos y rotos nos hemos quedado… O como las palabras que compartimos por teléfono mi hermano Antonio y yo, incrédulos, poco después del fatal desenlace que, para qué ocultarlo, esperábamos a sabiendas de lo feo que sabíamos que se había puesto el asunto en las últimas horas… O como mi abrazo y mis palabras con Fali Pastrana la tarde del viernes mismo al encontrarnos junto a las Puertas de Tierra… O como mis dolorosos silencios con mis siempre entrañables Budy… Edu…

No creo que Cádiz, los gaditanos, más allá de nuestra fiesta, hayamos vivido un poniente de triste frío como el de este fin de semana desde los tiempos de la huida de Paco Alba, insisto. Porque, lo comentaba con Ana, mi compañera de suspiros y respirares, lo de Juan Carlos va más allá de lo humano; y así, humanamente, se ha ido uno más y punto, como tantos que se han ido, más o menos cercanos, y tantos que se nos irán si no nos vamos nosotros antes. Y en lo personal, aún me late el corazón de tristeza acordándome de mi querido Valdivia, por ejemplo; o de mi primo hermano Dani, completamente ajeno a la fiesta, con la edad de Juan Carlos y tan de repente hace ya año y pico…

Pero lo del loco este que prefirió atender la llamada de Bob Dylan a recoger personalmente el Baluarte del Carnaval, lo del tío este, va más allá de lo personal y de lo humano; lo de este toca la fibra desde la más profunda admiración del creativo que llevamos dentro los que nos dedicamos a estas cosas del arte –aunque siempre haya algún gilipollas, incluso dentro de la fiesta, que no desaproveche la ocasión para señalarte de la manera más imbécil con el dedo y llamarte artista con todo lo despectivo que sale de su mala sangre chirigotera sin que nadie sepa ni cómo ni por qué carajo lleva ese envidioso veneno dentro; pero qué le vamos a hacer: el imbécil es también necesario en este mundo tan de variedades-. Y toca la fibra de lo creativo porque ya no habrá más pasodobles de Juan Carlos, ni más cuplés, ni más nabos como la torre de preferencia, ni más ironía en dosis tan chirigoteramente sangrantes.

Se nos acabó el cuento de Juan Carlos y ahora solo nos queda tirar de su legado y seguir aprendiendo. Pero el hito de referencia se acabó. Y ahora tendremos que conformarnos con el mito. Porque si algo hay que reconocerle a Juan Carlos es la forma en que nos ha puesto a todos, y digo a todos, las pilas para que en lo literario no se desperdicie ni una sola palabra de cuanto se diga. ¡Y de qué manera nos ha apretado los machos, carajo! Que a veces nos llevaba con la lengua fuera el hijoputa

Se nos ha ido Juan Carlos. En Cádiz no hacían falta ni sus apellidos para que todo el mundo supiera de quién se hablaba. De quién se habla. Esa deferencia no la ha tenido ni ese rey que había antes en España. Y como hablando de reyes siempre cabe el dicho de a rey muerto, rey puesto, hablando de nuestro Juan Carlos, que no necesitaba más corona que su gorra negra, al menos yo me siento emocionalmente obligado a decir que la leyenda de los genios de nuestra fiesta tiene una nueva página de oro abierta, porque el mito, la leyenda, no ha hecho más que empezar.

(¡Y a ti, Juan Carlos, con lágrimas de mi guitarra por pasodoble, solo decirte que, más tarde o más temprano, nos veremos, colega! Porque así es la vida y eso es lo que dicta el destino).

martes, 14 de mayo de 2019

domingo, 12 de mayo de 2019

Yaziras Qadis desde la crestería (Suelta de amarres - XLII)


Yaziras Qadis desde la crestería


La mañana más temprana hizo suya Ben Zulema.
Más temprana por preclara,
limpia y húmeda,
con bríos de postreros nimbo-estratos
aparentemente secos de tanto precipitarse
rezagados del tropel
y el estruendo de la tropa
gris que cruzó el firmamento
(más sombrío que nocturno) aquella noche de rayos
y centellas y de luna apostada y a la espera
de una sola claraboya,
ajímez sin parteluz nuboso ni celosías,
por la que asomar su 'D'
de mayúsculo y creciente
astro blanco itinerante.
La mañana azul se echaba
a los hombros Ben Zulema
con un puñado de dátiles y en otro pañuelo almendras,
justa alforja y necesaria,
y un cuero con aguamiel para cuando las tinieblas
y el cansancio asomasen
subiendo a la crestería,
por los ojos agotados
el dulce elixir meloso
encendiera nuevos ánimos
de conquista de la cumbre.

Siendo pues la claridad y a un punto de ser el sol
casi, inicia Ben Zulema
su marcha por los senderos de tránsito solitario
de cabras y solo a veces
de pastores que se atreven
y que suben al encuentro
del alma que anda perdida
entre las más amarillas aulagas
tan espinosas,
manjares para los ojos y también para las cabras,
bautizándose de jara
y de perfumado y mágico
juego de pequeños trinos de multicolor cabeza
y de rápida apariencia
entre las espinas jóvenes
de las más cercanas ramas
de la encina en flor de abril.

No es trayecto sin embargo fácil el que elige el joven
tras la tormentosa lluvia
de la noche que caló
los huesos de la montaña
tan majestuosa, tan
descomunal que muy pocos
se han atrevido a subirla aun siendo cumbre suprema
entre numerosas cumbres
(según afirma el viajero
y sabio Xerif Aledris)
de las tierras circundantes;
una atalaya de riscos,
una diadema de piedra
escarpada desde donde
se intuye el mar azul,
lejos, a pies de Yaziras Qadis,
y aún más allá, quieta, África
en las mañanas azules
cuando la lluvia perpetra
horas antes la limpieza de las brumas
que entorpecen la magnífica visión.

Y era magnífica aquella mañana
de noche rota
y aventura adolescente.
“Lo que no alcancen mis pies
que mis ojos me lo acerquen”,
se decía Ben Zulema
en cada paso al sorteo
de acebuches y quejigos
empapados por la capa
cristalina de la lluvia que llegó como se fue
la noche de la tormenta
en la sierra en la que claman
al cielo azul
erigidos como grandes puntas verdes
de lanzas y flechas
pinsapos.
Asus piernas de ágil corzo
Ben Zulema añade sangre
de su corazón y exhala por la boca
parte de la fuerza necesaria para
afrontar los escarpados calizos
salvaguardando
su cuerpo ya bautizado
con arañazos de espinos
que cortejan el trayecto.
Todo su corazón, todo
necesita en la subida.
Y brota la juventud
en tanta sed que le empuja
para continuar camino arriba
trepando piedras
con los pulmones henchidos
de bocanadas que toman
toda el alma de la vida
con los castigados pies
enfangados de paciencia
por el barro,
compañero de camino y el ungüento
refrescante y analgésico de resbaladizos golpes
con las piedras predispuestas
como trampas del camino hasta llegar a la cumbre.
Una, no; ni dos; ni tres.;
hasta siete veces para
la acrobática escalada en tanto que precipitan
por todo su cuerpo lluvias
de sudores hostigados
por los tambores del pecho.
A la invocación sedienta
presto acude el aguamiel.
Solo un poco de refuerzo
a poco de acometer
la ya postrera subida,
último tramo supremo.


Hace ya bastante rato
que el astro rey usurpó el vacío que se eleva
desde el suelo hasta el ocaso
de la vista y evapora
el más húmedo cansancio
evidenciado en la saya
carmesí de Ben Zulema
que ha tomado su turbante
para secarse la cara.
Pero ya se encuentra arriba
sentado sobre la cresta
con el poniente de frente
refrescando tanto esfuerzo.
Un ejército a su espalda,
al fondo del precipicio,
de pinsapos multiplica
el verde de unos abetos
que recuerdan a los mismos
que en montañas singulares
de Xauén, allende el mar,
son preciados por la mágica virtud
visible aparente de sus rarísimas ramas,
según cuentan lugareños que supieron de viajeros
que los vieron con sus ojos.

Con dos piedras Ben Zulema,
bajo el vuelo de los buitres, casca almendras, se deleita
en la azul mañana clara; de fondo, la bella estampa
del horizonte del mar
a pies de Yaziras Qadis.
Y,
más allá,
los indicios,
como un atisbo lejano,
una bruma visionaria,
una broma de espejismo,
un rumor visual de tierra,
tierra de ultramar,
la tierra de donde los bereberes
trajeron el dulce dátil
que mezclado con almendras
en la cumbre Ben Zulema ahora saboreaba.

Hiperpótamo (Palabroterías - CCXLV)


Hiperpótamo: Supermercado exclusivo para la familia de los Hippopotamidae.

sábado, 4 de mayo de 2019

Hola... Diosa salvaje naturaleza (Suelta de amarres - XLI)

Hola… Diosa salvaje naturaleza

Hola…
Diosa…
Hola…
Diosa salvaje…
Hola…
Diosa salvaje naturaleza…
Hola…

¿Eres tú?,
pregunto…

Me dijeron que eras tú
la salvaje diosa naturaleza
porque hablé con vientos marineros procurándome tu norte…

Hola…
Me dijeron que eras tú
la diosa naturaleza salvaje
porque pregunté a los cielos de la playa dónde estaba tu escondrijo…

Hola…
Me dijeron que eras tú
la naturaleza diosa salvaje
porque consulté los mapas de las atalayas de los mares…

Hola…
¿Eres tú?,
pregunto…

¿Andas ahí?,
pregunto…

Hola… Hola…
Y hola…



Hoy me abrazaba a tus ramas
interminablemente
si me ofrecieras la arboleda de tu presencia
en este bosque de mi pensamiento
donde brotes nuevos anuncian que la luz
es posible
cuando los árboles
no te dejan ver el firmamento…



Diosa salvaje naturaleza…
Tú que eres sabia, dime
¿cómo se arrancan vetas de dolor del corazón?…
¿Cómo se borran del pensamiento las historias
de tanto gozo y triste final?…
Soy tu aprendiz…

Consulta a tu luna,
que espero lecciones…

Hechicerdo (Palabroterías - CCXXXVII)


Hechicerdo: Persona con el don o la cualidad de curar los productos porcinos hasta el punto de cautivar a quien los prueba.