'Hamlet'
Intentar conocer a fondo las lecturas de Gustavo Adolfo
Bécquer en su juventud y adolescencia resulta tan ilusorio como intentar descubrir
qué abono recibió la vid del vino que uno se está tomando. Mucho se ha
especulado al respecto como con todo lo relativo a nuestro poeta, máxime cuando
se cree que su madrina, Manuela Monnehay, disponía de una extensa e interesante
biblioteca a la que Gustavo tenía acceso, al parecer, y que si no devoró sí
tuvo que dar cuenta de buena parte de ella.
De otra parte, tampoco hay que ser excesivamente lumbreras
para adivinar a qué textos literarios tuvo acceso Bécquer y qué obras le
marcaron. Y tal vez el más evidente de los ejemplos lo tengamos en el ‘Hamlet’
de William Shakespeare, cuya primera traducción al castellano se remonta a 1772
por obra y gracia de Ramón de la Cruz a partir de la traducción francesa de
Jean-François Ducis en 1769, aunque inédita hasta el año 1900, según Emilio
Cotarelo y Mori. Años más tarde, en 1798, Leandro Fernández de Moratín,
aprovechando su estancia como embajador en Londres, realizó una traducción directamente
del texto inglés y mucho más fiel que la anterior.
Siendo esto así y con la base de fondo de la fama de
Shakespeare, siempre tan de moda, es lógico pensar que su ‘Hamlet’, como el
resto de su producción dramática, estaba al alcance casi de cualquiera y, por
supuesto, de Bécquer también, que quedó cautivado y sobrecogido, qué duda cabe,
más que por su deliciosa trama, por el clima de misterio en torno a la muerte,
ese más allá que fue tema fundamental en la obra del poeta sevillano.
Y tanto marcó esta obra a Gustavo que entre sus primeros
escritos, entre los años 1848 y 1855, se embarca en una adaptación de la
tragedia shakesperiana, también titulada ‘Hamlet’, acompañada de comentarios de
la misma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario