Y claro, las sospechas no dejan de estar ahí. Y parece que
el ciudadano ya tan solo se dedica a esperar a que pase el siguiente, que
llegará. Y más pronto que tarde por los visos de los acontecimientos.
Estando así las cosas, uno no deja de pensar que esto va
para largo y que las redadas no han acabado. Vamos, que no han acabado ni de
empezar. Y echando a volar la imaginación, uno vislumbra cómo el sector de la
construcción se frota las manos pensando que va a ser más que necesario la
ejecución de obras de ampliación en los centros penitenciarios o incluso el
abordaje de nuevos edificios carcelarios.
Sí; tal vez sea imaginar demasiado desde una ingenuidad
patente alimentada por el deseo. Pero no creo que se trate de un deseo propio
exclusivamente ni mucho menos. Quiero pensar que es el sentir de muchos; muchos
ciudadanos que mueren en el intento de hacer las cosas por la vía correcta con
todas las ilusiones depositadas en sus proyectos para comprobar luego, ya en
medio del charco del fracaso, que de nada valen los esfuerzos si no hay
padrinos. Porque una cosa está más que clara: trabajado honradamente nadie se
hace rico.
Pero Alaya nos hacer soñar. ¿Veremos algún día entre rejas a
todos los sinvergüenzas? Esperemos que la jueza no muera en el intento.
Yo me atrevería a rectificarte y cambiaría el muera por el fallezca...y no me pidas que me tire a la piscina, pero miedo me da.
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