El carácter noble del apellido Bécquer y su sonoridad exótica amén de otros aspectos vinculados a decisiones y voluntades de algunos miembros de su linaje, llevaron no solo a Gustavo sino también a su hermano Valeriano a adoptar este apellido, el quinto en orden de parentesco. Gustavo y Valeriano se apellidaban exactamente Domínguez Bastida Insausti de Vargas Bécquer. Antes, el padre de ambos, el reconocido pintor costumbrista José Domínguez, también fue conocido como José o Pepe Bécquer. Los primeros Bécquer que llegaron a Sevilla fueron los hermanos Miguel y Adán, a principios del siglo XVI, dos nobles flamencos con abundantes riquezas que prosperaron en la ciudad del Betis hasta el punto que en el año 1622 adquirieron el patronazgo de la capilla de los dos Santiagos, hoy de las santas Justa y Rufina, en la Catedral de Sevilla, justo a la izquierda entrando por la puerta de las Campanillas. Allí fueron enterrados los dos hermanos y en una inscripción en el enrejado de dicha capilla puede leerse: "Esta capilla y entierro es de Miguel y Adán Bécquer, hermanos, y de sus herederos y sucesores, año de 1622".
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