jajaja… voy a hablaros de algo… voy a hablaros de algo del
año 1976… y sé que es algo de ese año de lo que hablo porque ya en el año 1977
no estaba allí… dónde?... pues allí… en la casa de marín… una casa de la
familia marín… de las conocidas muñecas de marín… una casa donde mis padres y
mi hermana angelines conmigo vivíamos por los setenta… en la calle que hoy
llaman arroyuelo creo… la misma calle donde nació y se crió mi madre… cerca de
las albinas… en chiclana… la tierra de mi infancia y mi juventud… la tierra que
encumbra su cabeza en la blanca ermita de santa ana… la tierra del templo en
sancti-petri al fenicio dios merlkart… hércules luego para los romanos… donde
mi padre se crió desde los seis meses…
yo vivía allí en una más o menos feliz infancia… más más que
menos… que todo hay que decirlo… y muy cerca estaba la casa del miguito…
miguito es una endeble pronunciación infantil de amiguito… uno de mis primeros
amigos… juan josé carmona fornell… a él y a toda su familia llevaré por siempre
en mi corazón… un poco más abajo y cerca del río vivía también mi amigo el mera…
con él hice mi primer trabajo… cortar tocino en una carnicería una tarde de
viernes que perdimos el colegio… nos pagaron con una butifarra de chiclana a
cada uno… y mi madre me hizo jurar y perjurar que no la había cogido de ningún
sitio… y luego me echó la bronca por haberme ido a cortar tocino “con un
cuchillo tan grande… para que te hubieras cortado!”… y cerca de mi casa estaba
y sigue estando la calle cádiz… allí vivía martín… y joshe (jose… pero no sé
por qué todo el mundo pronunciaba una chicheante en su nombre en lugar de la correspondiente
silbante)… ramón… paloma… y que yo recuerde por lo menos dos josemarías… uno
pelirrojo y fuertote… otro moreno y canijo… los dos menos amigos que los
anteriores por ser algo mayores pero amigos también de la calle cádiz… y un
poco más allá vivía miguelángel el de la juvi… la juvi era una mujer que vendía
en su casa fruta y verdura… cerca del colegio las albinas… donde hice hasta
quinto de egb…
mi madre me enseñó a respetar siempre dos horas… la de la
siesta y la de las comidas… a la hora de la siesta no me dejaba ni salir de casa…
y si se enteraba de que a la hora de la comida yo estaba aún en casa de algún
amigo la que me liaba era mortal…
una vez fui a buscar a joshe a su casa… no recuerdo si era
la hora de la comida o si era antes o si era después… lo cierto es que cuando
llegué a su casa joshe y su hermano juanito estaban comiendo… huevos fritos con
tomate… “tomate solís… mmmm…”… esas eran las palabras de joshe mientras elevaba
un sopón de pan impregnado en la roja salsa… una imagen que está clavada en mi
memoria como cogollo de palmito en la tierra… la madre de joshe me invitó a
comer pero yo rehusé… era habitual que las madres de mis amigos me invitaran a
comer… me tenían mucho aprecio… yo era el primero de la clase y me tenían en
gran estima… la primera de la clase era aurora… pero también era habitual que
yo me negara a comer en casa de nadie… si mi madre se hubiera enterado de que a
la hora de la comida yo estaba en casa de joshe la riña hubiese sido tal que
hubiera preferido dos sopapos en el culo… porque mi madre no solía pegarme más
allá que los sopapos en el culo simbólicos de una madre enfadada por algo… y mi
padre igual… cuánto los quiero…
desde entonces el tomate solís es el mejor tomate frito que
hay en el mercado… y que nadie me lo discuta… y seguro que mi amigo joshe está
de acuerdo conmigo… aunque como el tomate frito que hace mi madre no hay
ninguno…
y por qué os cuento esto es lo que voy a contaros a
continuación… hoy he comido tallarines con carne picada y tomate frito… y
siempre suelo comprar los breaks de tomate frito de marcas blancas que son los
más baratos… pero hoy compré tomate frito solís… dos breaks… uno para los
tallarines y otro para tomarlo directamente del envase cuando me dé la real
gana… los tallarines los hice en abundante agua con un chorrito de aceite de
oliva y una pastilla de caldo de verdura… para la carne picada utilicé aceite
de girasol porque no me quedaba más aceite de oliva… y dos pizcas grandes de
sal… y una buena dosis de guindilla también picada que les he birlado a mis compañeros
de piso jonan y yessy porque a mí no me quedaba… y me ha salido la comida muy picante…
pero me lo he comido casi todo… como un niño bueno… mi madre puede estar tranquila…
he comido para casi dos días… pero reconozco que me ha salido muy picante y mientras
como y escribo estoy sudando gotas de las gordas… un día propuse a mi hermano antonio
martínez ares escribir un libro de recetas que se titulara ‘recétera… recétera…
recétera…’… uno de esos proyectos que nos proponemos mutua y continuamente para
hacer a medias… pero creo que voy a tener que escribirlo yo solo porque este
año va a hacer comparsa otra vez y se ha metido en el pozo hasta el fondo… y
está claro que el libro de recetas me lo voy a tener que comer yo enterito…
y lo voy a hacer en base a recetas de cómo no hay que hacer las comidas para
que no salgan como me salen a mí… excesivamente picantes por ejemplo…
y por qué os cuento todo esto?... pues porque me da la gana
y porque reconozco que tengo un martillazo de los gordos… gordo como los goterones
de sudor que me caen por la frente por mor de las guindillas… pero bueno… al
menos me ha servido para acordarme de mis amigos de la infancia y de algunas
cosas de aquellos años setenta que también fueron tan míos… y porque conviene
echar de vez en cuando un ojito al pasado para intentar explicar por ejemplo
por qué hoy compré tomate solís y no otro para mis tallarines con carne picada…
no es poco… no?...