"-¡Ay, señor! -dijo la sobrina-. Bien los puede vuestra merced mandar quemar, como a los demás; porque no sería mucho que, habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo éstos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo y, lo que sería peor, hacerse poeta, que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza".
Miguel de Cervantes
Don Quijote de la Mancha.
Primera parte. Capítulo VII.
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